Hoy temprano, me arranqué a visitar a mi abuelita y mamá. A pesar del diluvio que azotaba a Santiago, tenía pendiente ir a verlas.
Llegue como a las 9:00 y me recibieron felices. De inmediato mi abuelita me preparó un té bien caliente con agua de lluvia.
Y claro, ya se me había olvidado que ella siempre espera la lluvia previa, que limpia el ambiente. Y luego, cuando se avecina la lluvia siguiente, cuando ya no hay contaminación, ella junta agua en unos baldes blancos impecables que guarda especialmente para la ocasión.
Y me vienen los recuerdos de niña. Ella toda la vida ha guardado agua que nos regala la madre naturaleza. La ocupa para remojar y cocer legumbres. Y para tomar té o mate, porque dice, es lo más natural y energizante que podemos recibir de la naturaleza.
Quizás esos secretos, esas tradiciones, esas creencias tan puras y simples, mantienen a mi viejita de lo más firme, sólida y lúcida. Quizás en lo natural, en la esencia simple de lo que nos regala la tierra está la salud y vigor.
Así es que hoy, mientras hacía un frío que calaba los huesos y nevaba en varios sectores de la capital, yo disfrutaba de mi saludable té de agua de lluvia.
Estela
Puchas que es una Pro tu abuela clap clap clap!!!
ResponderEliminarSaludines desde NY
Siii... aún mantiene muchas de sus propias tradiciones y creencias.
EliminarBesos y abrazos gigantes para tí @le!!